La charla amena y cordial a la luz de la tenue luz y velas del lugar invitan ... a escuchar buena música, a deleitarnos con las suaves notas
del jazz y el blues y el aroma del más placentero, aromático y suave CAFE... ¿Te animas... ?

viernes, 26 de marzo de 2010

De la pesadilla a la realidad



11:30 horas:La noche del viernes había transcurrido tranquila y nada hacía presagiar los terribles sucesos que se vendrían en las próximas horas, había sido un día tranquilo y a pocos días de haber vuelto al trabajo despues de las cortas vacaciones me tenían aún con el sabor inconforme de haberlas encontrado demasiado cortas.
11:45.El sueño había sido mucho y el cansancio había también vencido y a la vez convencido a mi cuerpo que lo mejor era irse a dormir ya que en el día siguiente nos esperaba el ajetreo del fin de semana, la visita de Máximo y su familia a tomar once y la ida a Tomé a ver a mi mamá, anciana ya y siempre anhelando ver a cada uno de sus 10 hijos aún con vida.
03:34 El despertar fue de terror, de confusión, de sorpresa y angustia, fue un todo levantarse, avanzar a tientas por la casa, pero algo sucedió que no estaba en nuestros cálculos más osados. La casa estaba construida sobre pilotes en una de las ubicaciones con mejor vista de la bahía dentro del barrio residencial Bahía Azul. Pero era esta realidad la que siempre nos llevó a preguntarnos si la casa sería capaz de resistir la fuerza de un terremoto o simplemente se caería como castillo de naipes por la posible inestabilidad de un cerro en el cual la mayoría de las construcciones se hacía sobre terraplenes de suelo apisonado. Por ello en nuestras continuas conversaciones de sobremesa o a raíz de la ocurrencia de un temblor que causaba alarma, nuestro acuerdo era que nuestro lugar de seguridad sería el patio de la casa al pie de pequeño níspero que estaba creciendo vigoroso desde aquel pequeño arbusto que me había regalado mi padre años atrás.
Por eso aquella noche el todo arrojarse de la cama, correr y salir hacia nuestra zona de seguridad fue un todo, al llegar al umbral de la puerta del dormitorio a tientas por la oscuridad y la confusión sentí que me topaba con las múltiples cosas que caían desenfrenádamente de los muebles de cocina, pero la adrenalina estaba al máximo y no sentí los vidrios que se me  clavaban en la planta de los pies al salir al patio de la casa, al mirar en la oscuridad se advertía algo totalmente nuevo para todos y que se sucedía al igual que mil locomotoras incesantes que parecían durar cientos de segundos sin parar, miraba caer sin cesar los miles de trozos de cristal en lo que se habían convertido los vasos y demás utensilios de la cocina y que se habían precipitado al piso debido a la fuerza del terremoto.
Mi mente corría  a mil por hora y no lograba asimilar a cabalidad lo que estaba sucediendo, nunca imaginé estar o ser testigo de algo tan terrible y tan angustiante como lo que estaba sucediendo, la luna como mudo testigo en algo venía a atenuar la densa oscuridad que se cernía sobre la noche ya que la violencia del sismo había cortado todos los servicios básicos y recién empezaba el verdadero drama para quienes habitamos la zona afectada por el terremoto. Uno se pregunta el porqué la gran mayoría de estas desgracias ocurren en la noche y sin previo aviso, pero debíamos agradecer inexplicablemente el porqué esta se había sucedido un comienzo de fin de semana en el cual la mayoría de nosotros se encontraba en casa descansando.
El estar de pie frente a la puerta de la cocina que daba al patio viendo o más bien sintiendo como todo el mundo que había construido en tantos años parecía venirse abajo y el esfuerzo de años se convertía en añicos en aquellos eternos minutos no significó nada ante la angustia de tratar de entrar nuevamente a la casa en medio de la cascada de objetos que se caían incesantemente al piso de cerámicos. De ahí las escenas transcurren entre recuerdos, la cascada de objetos que caía incesantes, el constante ruido que se proyectaba al infinito por las miles de casas en las cuales me imaginaba se estaba viviendo el mismo infierno de terror y la fría luna que contemplaba impasible aquella escena.
De pronto el ruido cesó y los estertores del quinto mayor terremoto de mayor magnitud que conoce la historia moderna aún resurgían a cada instante como animal herido que intentaba derribar aún aquellas ultimas cosas que habían logrado quedar en pie. La pesadilla había terminado y empezaba ahora a vivirse con el amanecer en medio de incesantes réplicas la cruda y amarga realidad.

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